miércoles, abril 18, 2007

Notitas Sueltas - Que pasó en VT?



Es realmente muy impresionante ver cómo una persona puede estar tan enferma que culpa al mundo y bueno, no puedo negar que hizo algo para detenerlo. Sólo que del lado equivocado. Pero aunque ahora todos piensen que las señales estaban ahí, evidentemente algo no estaba claro para que se tomaran acciones antes. Lo que me preocupa un poco es que ahora va a ser "bettter safe than sorry" y todo el que sea un poco "raro" va a sentir la presión de "ponerse al corriente con el resto". Yo creo que sí, hay que intentar "leer" un poco mejor a las personas, aunque no es fácil, personas que conocen al asesino de Villa Lucre y a varios otros dicen que nunca pensaron que podrían hacer algo como eso. Así que o no nos estamos fijando bien o algo hace "click" en cierto momento y todo cambia...
Otra cosa importante y que ha sido determinante, la facilidad de obtener armas en Estados Unidos. Y tal vez no solamente allá, aquí también. El sábado me contaron acerca de un chico que apenas por primera vez recibió un merecido regaño de su papá y muy machote amenazó con suicidarse, lo que hizo, con el revólver del padre que por supuesto estaba en la casa...
Acabo de ver una entrevista con el dueño de la tienda que vendió el arma al atacante, ellos no tienen manera de saber si alguien mintió en el formulario que llenan, si acaso la policía no agarra algo al azar, qué fácil es tener un arma!

Héroes de la tragedia de Virginia
4 Profesores muere en tiroteo.
En medio del horror por los ataques en la Universidad Tecnológica de Virginia se encuentran los relatos sobre el heroísmo durante el incidente, incluyendo a un anciano profesor sobreviviente del Holocausto que dio su vida para proteger a los estudiantes. Liviu Librescu, un ciudadano israelí nacido en Rumania, se mudó hace dos décadas a Estados Unidos, donde daba clases en el Departamento de Ingeniería Científica y Mecánica en el Instituto Politécnico de Virginia y en la universidad del estado. Pese a que tenía 76 años y había superado hace mucho tiempo la edad para jubilarse, todavía estaba dando clases el lunes en la Universidad cuando emergió el caos en Norris Hall. Los estudiantes relataron cómo Librescu bloqueó una puerta frente a Cho para que estos pudieran escapar saltando por la ventana del salón de clases, que se encontraba en un segundo piso.
Librescu fue baleado a muerte durante el asalto. Un santuario improvisado para el fallecido profesor fue instalado en el campus, con flores y una fotografía suya. Los estudiantes que sobrevivieron a la masacre en Norris Hall hablaron sobre conserjes de la universidad que corrieron a ayudar a otros en lugar de salvarse, mientras Cho abría fuego en el segundo piso. En una clase de alemán, unos pocos alumnos intentaron bloquear la puerta para que las balas no las traspasaran y luego trataron de dar una mano a sus compañeros heridos.

MATAR ES FÁCIL.
Estados Unidos, un país inundado por armas de fuego
JORGE RAMOS

Matar en Estados Unidos es fácil. Demasiado fácil. El país está inundado por armas de fuego. Hay millones de rifles y pistolas en casas, oficinas, tiendas y escuelas. Y todo es perfectamente legal.
Comprar una pistola en este país es muy sencillo. Vas a la tienda, escoges la que más te gusta, revisan si tienes antecedentes penales y luego de una breve espera -que varía de estado a estado, pero que casi nunca pasa de un mes- tienes la capacidad de matar con arma de fuego. Así de sencillo.
La peor masacre en una escuela en la historia de Estados Unidos tiene varias explicaciones. Pero la primera, la más sencilla, es que el asesino tuvo acceso a armas de fuego. Si no fuera así, los asesinatos en el Tecnológico de Virginia no hubieran ocurrido.
Portar armas está protegido por la Constitución norteamericana. La segunda enmienda establece que "no será violado el derecho del Pueblo a obtener y portar armas". Y cada vez que se emprende un esfuerzo para limitar, regular o desaparecer el derecho a portar armas, se arma un tiroteo legal que lo impide.
Los grupos que defienden el derecho a portar armas en Estados Unidos son muy poderosos financiera y políticamente. Sus millonarias contribuciones a las campañas políticas determinan el futuro de muchos congresistas. Por eso casi nada se mueve en Washington sin su apoyo. Y no están dispuestos a negociar. El actor Charlton Heston sugirió en el 2001 que solo entregaría sus armas de sus "frías y muertas manos".
Durante los próximos días resurgirá en Estados Unidos el debate sobre el derecho a tener armas de fuego. Pero si nos sirve de referencia lo ocurrido tras la masacre en la escuela Columbine, en Colorado, donde murieron 15 personas en 1999, nada va a cambiar. Dentro de un año, más o menos, habrá otra masacre si dejan las cosas tal como están.
En Japón las leyes son distintas y es el país desarrollado con el menor número de muertes por armas de fuego. Sus leyes dicen: "Nadie debe poseer un arma de fuego o una espada..." Muy pocos japoneses las pueden portar y cada una de las balas adquiridas está registrada a nombre del comprador. En otras palabras, la masacre estudiantil de Blacksburg, Virginia, no podría ocurrir en centros educativos de Tokio, Osaka u Okinawa.
Ahora pongamos la masacre del Tecnológico de Virginia en contexto. La violencia es parte de la sociedad norteamericana en niveles que no se ven en otros países. Y esto va mucho más allá de portar armas de fuego.
No soy ningún monje, pero me sorprenden los innumerables juegos de video para niños cuyo propósito es asesinar digitalmente al oponente. En una pantalla los niños aprenden a herir, golpear y, eventualmente, decapitar y matar a sus contrincantes. En ese mundo virtual la muerte no tiene consecuencias. Pero en el nuestro sí. Los universitarios de hoy en día llevan al menos una década jugando a matar en videos.
Además, no podemos olvidar que Estados Unidos está enfrascado en dos terribles guerras, en Irak y en Afganistán, donde todos los días nos enteramos por televisión e internet de la muerte de soldados norteamericanos y de civiles iraquíes. La muerte es nuestra acompañante diaria desde marzo del 2003.
En una guerra no solo se vale, sino que se exige, eliminar al enemigo. Matar deliberada y selectivamente se legitima bajo el argumento de la guerra. Y para muchos jóvenes el hecho de terminar con una pareja o pelearse con un amigo o profesor es tan grave o más que una lejana guerra. Es cuestión de punto de referencia.
Nunca sabremos exactamente por qué ese joven se puso a disparar en el Tecnológico de Virginia. Ya es demasiado tarde. Pero en su mente había una guerra. O muchas. Y las armas estaban a su disposición.
Termino contándoles una anécdota personal. Poco después de la masacre de Virginia recibí una llamada de mi hija. Ella está estudiando en una universidad del noreste de Estados Unidos.
"Es muy duro, Papá", me dijo sin preámbulos. "¿Ya te enteraste de lo que ocurrió?"
En su voz se notaba la ingenuidad de quien no acaba de comprender que la próxima vez ella podría ser la víctima. Y qué bueno. No quiero que viva con miedo.
Sin embargo, no le quise decir que tuvimos suerte, que estos hechos alocados de violencia son demasiado frecuentes en las escuelas de Estados Unidos y que la próxima vez que ocurra volveré a saltar de mi asiento para asegurarme que no esté pasando en la universidad donde ella estudia.
En esta ocasión otros padres están de luto. Y lo que más tristeza me da es que, a pesar de lo que dicen los políticos estos días con la mano en el pecho, las posibilidades son que Columbine, y ahora Blacksburg, se vuelvan pronto a repetir.
The New York Times. El autor es el conductor del Noticiero Univisión, que se ve en Estados Unidos y 13 países de América Latina. Recientemente, fue nombrado uno de los 25 hispanos más influyentes de Estados Unidos por la revista Time.

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