lunes, diciembre 11, 2006

Notitas Religiosas

La visita papal a Turquía ratifica el compromiso católico-ortodoxo por la unidad
Benedicto XVI recuerda su abrazo con el patriarca ecuménico de Constantinopla

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 6, diciembre 2006 (ZENIT.org).- La visita de Benedicto XVI a Turquía ha servido para que ortodoxos y católicos ratifiquen públicamente su compromiso para hacer lo posible por alcanzar la unidad plena, constata el mismo pontífice.

El Papa subrayó el carácter ecuménico de ese viaje apostólico en la audiencia general de este miércoles, en la que rememoró la visita que realizó el 30 de noviembre a la sede del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, con motivo de la fiesta de san Andrés.

«Esta celebración sirvió de contexto ideal para consolidar las relaciones fraternas entre el obispo de Roma, sucesor de Pedro, y el patriarca ecuménico de Constantinopla», Bartolomé I, aclaró.

Roma y Constantinopla, punto de referencia espiritual para unos 300 millones de ortodoxos, consumaron su separación con el «gran cisma» del año 1054.

Tras más de 900 años de alejamiento, ortodoxos y católicos dieron un cambio decisivo a sus relaciones, en 1965, cuando el papa Pablo VI y el patriarca ecuménico Atenágoras borraron de la memoria de la Iglesia las dramáticas excomuniones.

En Estambul, actual Constantinopla, según constató el Papa al dirigirse a los miles de peregrinos reunidos en la sala Pablo VI del Vaticano, volvió a abrazar a Su Santidad Bartolomé I «para confirmar el compromiso recíproco de proseguir el camino hacia el restablecimiento de la comunión plena entre católicos y ortodoxos».

Y, «para sancionar este firme propósito», siguió explicando, firmó «junto al patriarca ecuménico una “Declaración conjunta” que constituye una etapa ulterior en este camino».

En esa ocasión, evocó, el papa y el patriarca «manifestamos que en el fundamento de todo esfuerzo ecuménico siempre está la oración y la perseverante invocación del Espíritu Santo».

En Estambul el Papa también mantuvo encuentros con otros dos importantes representantes de la Ortodoxia: el patriarca de la Iglesia Armenia apostólica, Su Beatitud Mesrob II, y el metropolita siro-ortodoxo Mor Filüksinos.

Con el objetivo de superar uno de los obstáculos más importantes en el camino hacia la unidad plena entre católicos y ortodoxos, Benedicto XVI relanzó en el discurso que pronunció el 30 de noviembre, tras la divina liturgia en la catedral de San Jorge en el Fanar, el diálogo sobre el ejercicio del ministerio del Papa.
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Acuerdos efectivos Israel-Santa Sede eliminarían incomprensiones en la sociedad civil
Alienta el sacerdote franciscano David Jaeger, jurista y experto en temas de Oriente Medio

ROMA, miércoles, 6, diciembre 2006 (ZENIT.org).- Con expectación aguardan israelíes y católicos la celebración, en diciembre y el próximo enero, de algunos encuentros de la Comisión bilateral permanente Israel-Santa Sede encaminados a la regulación de cuestiones clave en la relación Iglesia y
Estado.

El 27 de noviembre una delegación del gobierno israelí visitó la Santa
Sede para renovar su invitación a Benedicto XVI para que viaje a Israel y para establecer una agenda de negociaciones.

El representante israelí Aaron Abramovich explicó posteriormente que se habían establecido dos encuentros para superar las actuales divergencias en la aplicación del Acuerdo Fundamental entre la Santa Sede y el Estado de Israel.

El primer encuentro, este mes, será entre expertos del Vaticano y de
Israel; el segundo se celebrará en enero a nivel de interlocutores con rango de ministros.

El 30 de diciembre 1993 se firmó el Acuerdo Fundamental entre la Santa
Sede y el Estado de Israel; se establecieron así relaciones diplomáticas entre ambas partes.

Siguiendo tal Acuerdo, el 10 de noviembre de 1997 la Santa Sede e Israel firmaron un segundo y significativo tratado con el que el Estado de Israel reconoció la personalidad jurídica de la Iglesia y de todos sus organismos.

Ambos Acuerdos fueron ratificados y entraron en vigor sobre la base de un plano internacional, respectivamente el 10 de marzo de 1994 y el 3 de febrero de 1999.

Pero hasta la fecha ningún acuerdo se ha convertido aún en Ley del Estado de Israel, a pesar de los años transcurridos.

Jurista y experto en temas de Oriente Medio, el padre David Jaeger aludió –en los micrófonos de «Radio Vaticana»- a las próximas dos reuniones, de las que espera que «se pueda llegar al tan suspirado acuerdo», «porque las negociaciones están en marcha desde el 11 de marzo de 1999 y tienen como finalidad regular cuestiones importantísimas para la vida de la Iglesia y las relaciones entre Iglesia y Estado».

De por sí «las relaciones son amistosas», pero «con la reanudación de las negociaciones es evidente para todos que las relaciones se encontrarán en un estado mejor -comentó-. Creo que todos, tanto israelíes como católicos, están ahora ansiosos a fin de que estas relaciones lleguen a tener una estabilidad afable, que la conclusión de los acuerdos podrá darles».

«Ante todo -advierte- se debería llegar al acuerdo que ahora se está negociando, cuya intención es asegurar a la Iglesia la propiedad de los Santos Lugares que le pertenecen, y confirmar las exenciones fiscales, reconocidas también por el Derecho Internacional».

«La Iglesia obtendría así seguridad jurídica y económica, y a la vez se eliminarían prácticamente todas o casi todas las eventuales causas de roce o de incomprensión con la sociedad civil», de ahí que para el padre Jaeger este punto sea prioritario.

En cuanto a la cuestión, pendiente desde hace años, «del estatuto legal del Acuerdo Fundamental de 1993» -que «resulta que no ha obtenido aún efectos legales en Israel»-, «se necesita una ley de aplicación», recalca el franciscano.
ZS06120610

Las familias bajo presión
Matrimonio, financiación y fe

WASHINGTON, viernes, 8 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Menos parejas casadas estables y más nacimientos fuera del matrimonio es la situación de Estados Unidos. Estos nacimientos alcanzaron el 36,8% el año pasado, un 1% más que en el 2004, según un informe del National Center for Health Statistics, una agencia federal, publicado el 21 de noviembre.

Cerca de 4,1 millones de bebés nacieron el año pasado en Estados Unidos. Más de 1,5 millones de ellos nacieron de madres no casadas. Los datos mostraban que esta vez no son las madres adolescentes las responsables del aumento de nacimientos de madres solteras, sino las madres que están en la veintena.

De hecho, la tasa de natalidad de las adolescentes descendió un 2% en el 2005, y ahora es un 35% más baja que el tope alcanzado en 1991 con 61,8 nacimiento por cada 1.000 mujeres, observaba el National Center for Health Statistics.

Poco antes, un informe de la Oficina del Censo de Estados Unidos revelaba que las parejas casadas suman sólo el 49,7% de la población. Esta cifra está por debajo del 52% de cinco años antes, observaba el 15 de octubre el New York Times. El periódico afirmaba que este declive en el porcentaje de parejas casadas se debe a un aumento en el número de adultos que pasan una etapa más larga de sus vidas como solteros o viviendo sin casarse con su pareja.

No obstante, Steve Watters, director de la sección de adultos jóvenes de Focus on the Family, declaraba al New York Times que la tendencia hacia un número menor de parejas casadas era más una reflexión sobre retrasar el matrimonio que un rechazo absoluto del mismo.

Allan Carlson, presidente del Howard Center for Family, Religion and Society, era menos optimista. «La proporción de hogares de matrimonios casados ha bajado del 76% en 1957 a menos del 50% actual», afirmaba en un artículo en la entrega del 5-11 de noviembre del National Catholic Register. «Son cambios masivos, y el matrimonio es una institución que está en declive».

Pero Maggie Gallagher, presidenta del Institute for Marriage and Public Policy, sostenía que el matrimonio no está realmente en minoría. «Aunque hay una clara y preocupante tendencia hacia un declive del matrimonio en Estados Unidos, la sugerencia de que el matrimonio se ha convertido en una institución minoritaria es todavía falsa», declaraba al Register. Diversos expertos apuntan que del 85% al 90% de los norteamericanos se casará en algún momento de sus vidas.

Apoyo del gobierno
Muchas organizaciones están implicadas en el esfuerzo de consolidar el matrimonio, y recibieron recientemente un aumento de fondos federales. El pasado verano, el congreso de Estados Unidos decidió dedicar 100 millones de dólares al año para promover el matrimonio y 50 millones de dólares al año para lograr padres comprometidos, informaba el 21 de julio Associated Press.

El gobierno federal proporcionó algo de dinero en el pasado para promover el matrimonio, pero sólo sumaba una media de cerca de 14 millones de dólares al año durante los pasados cuatro años, afirmaba Wade Horn, secretario adjunto para niños y familias en el Departamento de Sanidad y Servicios Sociales de Estados Unidos.

Ayudar a las parejas a valorar la institución del matrimonio es también de importancia clave según un estudio del organismo de estadística del gobierno canadiense, Statistics Canada. Un informe del 28 de junio revelaba que un factor clave para la durabilidad del matrimonio es el nivel de compromiso con la institución.

En el estudio: «Till Death Do Us Part? The Risk of First and Second Marriage Dissolution» (¿Hasta que la Muerte nos separe? El Riesgo de Disolución del Primer y Segundo Matrimonio), Statistics Canada analizaba datos de la Encuesta Social General del 2001, así como los riesgos que afectan al éxito o fracaso de un matrimonio. Un factor clave encontrado fue el compromiso de las parejas con el matrimonio como fuente de felicidad.

En el caso del primer matrimonio, se encontró a personas que creían que la unión marital no era muy importante para su felicidad. Estas personas corren un riesgo de fracasar tres veces superior que las personas que lo juzgaban muy importante.

En el caso de los siguientes matrimonios, el riesgo de fracaso fue también cerca de tres veces más alto entre las personas que sentían que el matrimonio no era muy importante para su felicidad.

Más de un tercio de los matrimonios canadienses terminará en divorcio antes de que la pareja celebre su trigésimo aniversario, observaba el informe.

El papel de la fe
El estudio también descubrió que el matrimonio y el tener hijos tienden a hacer volver a las personas a los lugares de culto que pueden haber abandonado en su juventud. Un total del 86% de los que en alguna vez en su vida estuvieron casados informaban de que pertenecían a un credo religioso. De estos, el 42% había asistido a los servicios religiosos al menos una vez al menos en el año que precedió a la encuesta. Los índices correspondientes a adultos que nunca se casaron eran del 77% y el 22%, respectivamente.

A su vez, la observancia religiosa se asociaba con la durabilidad matrimonial. Las personas que asisten a servicios religiosos durante el año tienen de un 10% a un 31% de menor riesgo de disolución matrimonial que aquellos que no asisten nunca.

El informe también confirmaba que «el probar» a vivir juntos antes del matrimonio no funciona. «Vivir como pareja de hecho también se asocia de forma decidida con la primera ruptura matrimonial», comentaba el estudio. De hecho, el riesgo es un 50% mayor entre las personas que vivieron con su pareja antes de casarse que entre quienes no lo hicieron.

El matrimonio, concluía le informe, «todavía parece poseer un aura que lo eleva sobre el simple acuerdo de convivencia». Las parejas casadas, generalmente, tienen un mayor compromiso y una mayor calidad de relación que las uniones de hecho, «que sugiere algo sobre la naturaleza trascendente del compromiso matrimonial mismo».

Baja el divorcio
Al otro lado del Atlántico ha habido buenas noticias este año para las parejas. Un informe del Office for National Statistics del Reino Unido mostraba un descenso de más de un cuarto en el número de matrimonio que acaban en divorcio, comparado con principios de los noventa.

El Sunday Times informaba el 2 de abril de que, en el 2003, el número de parejas que se divorciaron en Inglaterra y Gales tras menos de cinco años fue de 27.511, por debajo de los 37.252 de hace 10 años. Además, los datos del 2004 muestran que, por tercer año, se casaron más personas. El número de matrimonios subió un 1% hasta los 311.180.

El número de hijos, sin embargo, sigue bajando, observaba un artículo del 10 de abril del periódico Telegraph de Londres. La media por familia es actualmente de 1,3 hijos, en comparación con los 2,4 de sólo hace tres décadas.

La principal razón citada por las parejas para explicar esta reducción en las familias es económica. Los datos vienen de un estudio de 2.428 adultos. El estudio fue encargado por la Skipton Building Society.

La forma en que se estructuran los pagos sociales del gobierno británico también añade presión económica a la familia, observaba el periódico británico Independent el 26 de noviembre.

Contaba cómo a una pareja recién casada que fuera a un centro laboral para recibir consejo sobre posibles ventajas el funcionario les dijo que sería mejor que se divorciaran. Una pareja recibe 90,10 libras (175 dólares) en ingresos de apoyo a la semana y un soltero 57,45 libras (112 dólares). Este último obtiene un índice de apoyo al cuidado de un hijo mayor y las ventajas por hijos y jóvenes dependientes.

En medio de estos obstáculos para las familias, Benedicto XVI tenía palabras de apoyo a las parejas en su mensaje del Ángelus del 8 de octubre. «Conscientes de la gracia recibida», afirmaba el Papa, «los esposos cristianos construyan una familia abierta a la vida y capaz de afrontar unida los numerosos y complejos desafíos de nuestro tiempo».

«Hoy su testimonio es especialmente necesario», continuaba. «Hacen falta familias que no se dejen arrastrar por modernas corrientes culturales inspiradas en el hedonismo y en el relativismo, y que más bien estén dispuestas a cumplir con generosa entrega su misión en la Iglesia y en la sociedad». Una tarea más difícil que nunca.

Por el padre John Flynn
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Claves para descubrir a quien pretende imponer un «laicismo excluyente»
De acuerdo con el arzobispo de Valencia (España), monseñor García Gasco

VALENCIA, viernes, 8 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Críticas de cualquier proposición de la Iglesia, intento de impedir la manifestación pública de la creencia cristiana, eliminar símbolos religiosos, son algunas pistas que permiten detectar «el laicismo excluyente», alerta el arzobispo de Valencia (España).

La carta de esta semana de monseñor Agustín García Gasco advierte de que hay grupos interesados en excluir la religión católica, según difunde la agencia «Avan» del arzobispado valenciano.

Denuncia la misiva, de hecho, los intentos de «imponer el laicismo excluyente» con el fin de «excluir a la religión y especialmente a la confesión católica de cualquier manifestación pública, negando el derecho de expresión y apartándola de cualquier diálogo».

Pero hay claves que permiten «descubrir a quien, bajo la etiqueta de la laicidad, en realidad pretende imponer el “laicismo excluyente” como si de una nueva religión estatal se tratara», apunta.

Entre tales pistas están «la crítica continua de cualquier proposición que proceda de la Iglesia, el intento de que los cristianos no puedan manifestar en público sus creencias, la eliminación de signos y símbolos religiosos, o la reducción de las creencias a la “esfera íntima de la persona”, privando al cristianismo de su dimensión social inherente».

«Los católicos lo proclamamos bien claro –recuerda el prelado-: Iglesia y Estado son dos esferas distintas», y la doctrina social católica «no pretende otorgar a la Iglesia un poder sobre el Estado, ni mucho menos imponer a los que no comparten la fe sus perspectivas y modos de comportamiento».

Pero la laicidad del Estado debería ser «respetuosa con todas las confesiones religiosas y receptiva al diálogo», aclara.

«El Estado no puede imponer la religión -puntualiza-, pero tiene que garantizar que los seguidores de las diversas religiones vivan en libertad y paz»; y «la Iglesia tiene su independencia y vive su forma comunitaria basada en la fe, que el Estado debe respetar».
ZS06120808

[Traducción del original italiano realizada por Zenit. Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]

Queridos hermanos y hermanas:
Doy gracias al Señor por mi reciente viaje a Turquía, durante el cual me sostuvieron vuestras oraciones. Allí he insistido en la importancia del compromiso de los cristianos y musulmanes por la causa del hombre, de la vida, de la paz y de la justicia.

En el ámbito del diálogo interreligioso, al visitar la Mezquita Azul de Estambul, en silencio me he dirigido al único Señor, Padre misericordioso de toda la humanidad. Los encuentros ecuménicos han servido para consolidar las relaciones fraternas con los ortodoxos. En este sentido, he firmado con el Patriarca Ecuménico Bartolomé I una Declaración Conjunta. Asimismo me he reunido con la comunidad católica en la Casa de María, santuario tan querido también por los musulmanes, que acuden a venerar a la que llaman «Meryem Ana», la Madre María.

He vuelto lleno de gratitud y afecto por los habitantes de aquella amada nación, así como por todos los musulmanes y la civilización islámica. Que Dios omnipotente y misericordioso ayude al pueblo turco, a sus gobernantes y representantes de las diversas religiones, a construir un futuro de paz, para que Turquía pueda ser un puente de amistad y colaboración fraterna entre Occidente y Oriente.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, especialmente a las religiosas de María Inmaculada, a los numerosos fieles de distintas parroquias, cofradías y colegios de España, así como a los de América Latina. Pidamos al Espíritu Santo que haga fecundo este viaje apostólico y aliente la misión de la Iglesia, instituida por Cristo para anunciar a todos los pueblos el Evangelio de la verdad, de la paz y del amor.

[© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
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