lunes, mayo 07, 2007

Notitas Sueltas - Diálogo interreligioso

Antes de viajar a Brasil, Benedicto XVI confiesa su esperanza en Latinoamérica
Ilustra sus expectativas ante la Conferencia General del Episcopado

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 6 mayo 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI reconoció este domingo que su viaje a Brasil, del 9 al 14 de mayo, busca impulsar la labor evangelizadora de la Iglesia para que América Latina siga siendo aún más el «continente de la esperanza».

«Es mi primera visita pastoral a América Latina y me preparo espiritualmente para encontrar al subcontinente americano, donde vive casi la mitad de los católicos de todo el mundo, muchos de los cuales son jóvenes», reconoció el Papa.

«Por este motivo --añadió--, ha sido denominado el “continente de la esperanza”, una esperanza que no sólo afecta a la Iglesia, sino a toda América y a todo el mundo».

Dirigiéndose a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano a mediodía, para rezar la oración mariana del «Regina Caeli», el Papa les invitó a rezar «por esta peregrinación apostólica, y en particular por la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, para que todos los cristianos de esas regiones se sientan discípulos y misioneros de Cristo, Camino, Verdad y Vida».

Este es precisamente el tema que el Papa ha escogido para esa conferencia, que inaugurará el próximo domingo en el santuario nacional de Nuestra Señora «Aparecida», en la ciudad brasileña del mismo nombre, a 170 kilómetros de Sao Paulo.

Los tres desafíos del actual mundo globalizado, según Benedicto XVI
Ambiente y desarrollo sostenible; respeto de los derechos; pérdida de los valores espirituales

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 3 mayo 2007 (ZENIT.org).- Un desarrollo sostenible que preserve el ambiente, el respeto de la dignidad de las personas, y el peligro de perder los valores espirituales, son los tres desafíos que afronta el mundo globalizado, según Benedicto XVI.


Al ilustrar el primer desafío, el respeto del ambiente para garantizar un desarrollo sostenible, el Santo Padre explica que «la comunidad internacional reconoce que los recursos del mundo son limitados y que cada pueblo tiene el deber de aplicar políticas orientadas a la protección del ambiente».

De este modo, aclara, se puede prevenir «la destrucción de ese patrimonio natural cuyos frutos son necesarios para el bien de la humanidad».

«Afrontar este desafío, exige un visión interdisciplinar» y «una capacidad de evaluar y prever, de dar seguimiento a las dinámicas del cambio ambiental y del desarrollo sostenible, así como delinear y aplicar soluciones a nivel internacional».

«Se debe prestar especial atención al hecho de que los países más pobres son aquellos que parecen destinados a pagar el precio más alto por el deterioro ecológico», denuncia.

«La destrucción del ambiente, su uso impropio o egoísta y el acaparamiento violento de los recursos de la tierra, generan fricciones, conflictos y guerras, precisamente porque son fruto de un concepto inhumano de desarrollo», constata.

Por eso, advierte, «un desarrollo que se limitara al aspecto técnico y económico, descuidando la dimensión moral y religiosa, no sería un desarrollo humano integral y, al ser unilateral, terminaría fomentando la capacidad destructiva del hombre».

Para responder a las exigencias de la protección del ambiente y del desarrollo sostenible, el Papa hizo un llamamiento a promover y a «salvaguardar las condiciones morales de una auténtica “ecología humana”».

Esto, dijo, «exige una relación responsable no sólo con la creación sino también con nuestro prójimo, cercano y lejano, en el espacio y en el tiempo, y con el Creador».

El segundo desafío, el respeto de la persona humana es decisivo para las relaciones recíprocas, considera el obispo de Roma, pues «si los seres humanos no son vistos como personas, hombre y mujer, creados a imagen de Dios, dotados de una dignidad inviolable, será muy difícil alcanzar una plena justicia en el mundo».

«A pesar del reconocimiento de los derechos de la persona en declaraciones internacionales y en documentos legales, es necesario avanzar mucho para asegurar que este reconocimiento tenga consecuencias sobre los problemas globales».

Los problemas globales citados por el Papa son: «la creciente brecha entre países ricos y pobres, la desigual distribución de los recursos naturales y de la riqueza producida por la actividad humana, la tragedia del hambre, de la sed y de la pobreza en un planeta en el que hay abundancia de comida, agua y prosperidad».

Otros problemas denunciados por la misiva papal son: «los sufrimientos de los refugiados, las continuos conflictos en muchas partes del mundo, la falta de una protección legal para los no nacidos, el abuso de los niños, el tráfico internacional de seres humanos, de armas, de drogas, así como de otras graves y numerosas injusticias»

El tercer desafío expuesto por el pontífice al nuevo escenario internacional es el peligro de que la sociedad tecnológica destierre los valores del espíritu.

«Apremiados por preocupaciones económicas, tendemos a olvidar que, a diferencia de los bienes materiales, los bienes espirituales que son típicos del hombres se expanden y multiplican cuando se comunican», indica.

«A diferencia de los vienes que pueden verse --aclara--, los bienes espirituales como el conocimiento y la educación son indivisibles, y cuanto más se comparten, más se poseen».

«La globalización ha provocado un aumento de la interdependencia de los pueblos, con sus diferentes tradiciones, religiones y sistemas de ecuación. Esto significa que los pueblos del mundo, en virtud de sus diferencias, están continuamente aprendiendo el uno del otro y llegando a un contacto mucho más grande», reconoce.

«Por ello --sugiere la carta--, es cada vez más importante la necesidad de un diálogo que pueda ayudar a las personas a comprender las propias tradiciones en el momento en el que entramos en contacto con las de los demás para desarrollar un mayor autoconocimiento ante los desafíos planteados a la propia identidad, promoviendo de este modo la comprensión y el reconocimiento de los auténticos valores humanos, en una perspectiva cultural».

«Para afrontar positivamente estos retos, es urgentemente necesaria una justa igualdad de oportunidades, especialmente en el campo de la educación y de la transmisión del conocimiento», indica, lamentando que «la educación, especialmente a nivel de primaria, sigue siendo dramáticamente insuficiente en muchas partes del mundo».

Afrontar estros tres desafíos, concluye el Papa, exige «amor al prójimo», pues sólo éste «puede inspirar en nosotros la justicia al servicio de la vida y de la promoción de la dignidad humana».

«Sólo el amor en la familia, fundada en un hombre y una mujer, creados a imagen de Dios, puede asegurar esa solidaridad intergeneracional que transmite amor y justicia a las generaciones futuras», afirma.

«Sólo la caridad puede animarnos a poner a la persona humana una vez más en el centro de la vida en la sociedad y en el centro de un mundo globalizado, gobernado por la justicia», concluye.
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El estado de la pobreza en el planeta: Luces y muchas sombras
Desciende, pero permanecen muchos problemas

ROMA, lunes, 30 abril 2007 (ZENIT.org).- Desciende la pobreza en el mundo, según los datos publicados por el Banco Mundial. Las nuevas estimaciones de los Indicadores de Desarrollo Mundial 2007 muestran que la proporción de personas que viven que viven con menos de un dólar al día descendió hasta el 18,4% en el 2004, explicaba una nota de prensa del Banco Mundial el 15 de abril.

En números concretos esto significa que se estima que hay 985 millones de personas viviendo en extrema pobreza. A pesar de ser todavía un número muy grande, se trata de una mejoría. En 1990 la cifra era de 1.250 millones.

A pesar del progreso realizado, la pobreza todavía es un problema enorme. Si se sube el porcentaje diario a dos dólares o menos al día, la cifra estimada de personas en esta situación sube hasta los 2.600 millones de personas.

No obstante, el Banco Mundial informaba que los países en desarrollo han tenido una media anual de crecimiento del producto interior bruto per capita del 3,9% desde el año 2000. Otro factor importante en el descenso de las cifras de pobreza ha sido el fuerte crecimiento económico de China.

El África sub-sahariana sigue siendo una zona problemática. En el 2004, había en ella 298 millones de personas viviendo en extrema pobreza. Esta cifra, observaba el Banco Mundial, es prácticamente la misma de 1999.

El Banco Mundial comentaba también que el crecimiento no siempre es suficiente para reducir la pobreza, dado que en algunos países han empeorado las desigualdades, dejando a los pobres sin los beneficios del progreso económico.

El «nacional catolicismo» y el «nacional agnosticismo», «corrupciones de la laicidad»
Según Rafael Navarro Valls, catedrático de la Universidad Complutense

MADRID, lunes, 30 abril 2007 (ZENIT.org-Veritas).- El catedrático de la Universidad Complutense y académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España, Rafael Navarro-Valls, considera que el objetivo del nuevo laicismo radical es «desencadenar un proceso de nuevo fundamentalismo, esta vez orientado a una purificación social, que arroja los valores morales o religiosos fuera del ámbito de lo público».

Navarro Valls intervino el 26 de abril, en el Aula Arrupe, con una conferencia que tituló «Nacional agnosticismo contra nacional catolicismo: dos corrupciones de la laicidad».

Durante su intervención, el académico mostró que «la característica más sorprendente del nuevo laicismo radical es su tendencia a sustituir la vieja teocracia por ideocracias», calificando estás últimas como «religiones incompletas».

Para argumentar este postulado, el catedrático puso como ejemplo los intentos de «diseñar unas Navidades laicas, o sustituir las celebraciones cristianas (bautismo, primeras comuniones, matrimonios, etc) por celebraciones civiles»; aunque afirmó también que «la verdadera laicidad es algo positivo que garantiza un espacio de neutralidad en el que germina el principio de libertad religiosa y de libertad de conciencia».

El patriarca de Constantinopla da la bienvenida al libro del Papa sobre Jesús
Nuevo impulso al diálogo ecuménico, considera

ESTAMBUL, miércoles, 2 mayo 2007 (ZENIT.org).- Expresando su deseo de que el libro «Jesús de Nazaret» facilite el diálogo teológico entre las Iglesias cristianas, el Patriarca ecuménico (ortodoxo) de Constantinopla da la bienvenida a la publicación del volumen de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI.

Bartolomé I acompaña con una carta, fechada la pasada Pascua (cuya celebración este año ha coincidido para ortodoxos y católicos), la publicación de la versión griega del primer libro del Papa Joseph Ratzinger.

Atanasio Psicoghios, consejero directivo de «Ediciones Psicoghios», es el destinatario de la misiva.

El centro del cristianismo «es plenamente evidente» «que es la persona de Nuestro Señor Jesucristo», y «que las diferentes percepciones acerca de su persona han provocado la mayor parte de las divergencias y divisiones entre cristianos», apunta Bartolomé I en su carta.

«Pero esta persona no se conoce suficientemente, o más bien verdaderamente, por medio de estudios académicos», sino que «se requiere una relación personal que presupone una relación de amor, pero un amor no limitado a un simple sentimiento», constata.

«Es necesario que la razón entre en el corazón», sintetiza el patriarca ecuménico; «que haya un desarrollo armónico entre el sentimiento y la razón del hombre».

«Ello llevará al desarrollo equilibrado, con la Gracia de Dios, también de la voluntad, de forma que el hombre de Dios sea completo e íntegro, y el culto hacia Cristo sea auténtico, espiritual y voluntario, con sentimiento, sí, pero no sólo sentimental», recalca.

«Por ello aguardamos con gran y ardiente interés --reconoce-- el esperadísimo libro titulado "Jesús de Nazaret" del amadísimo hermano en Cristo, el Santísimo Papa de Roma Benedicto XVI, cabeza de la venerada Iglesia Romano-católica, conocido por su competencia científica, pero también por su amor hacia la persona de Cristo, a Quien ha consagrado toda su vida».

Y «deseamos ver en este libro --sigue el Patriarca de Constantinopla-- las concepciones que se aproximan a las de nuestra Iglesia ortodoxa, de modo que pueda así facilitarse el diálogo teológico entre nuestras Iglesias y pueda surgir la esperanza de una superación definitiva de la secular división que existe lamentablemente hasta hoy, y que sus dos Iglesias y sus fieles se unan no sólo en la caridad, sino también en la fe y en los sacramentos».

«Con estas expectativas damos la bienvenida, desde la sede de nuestra Santísima Iglesia de Constantinopla la presente iniciativa, e imploramos sobre los editores y sobre los que se acerquen a esta edición la Gracia y la inmensa Misericordia del Señor Jesucristo Resucitado de entre los muertos y Dios y Salvador Nuestro», concluye.

Presentado oficialmente el 13 de abril y lanzado a la venta a los tres días, el libro de Joseph Ratzinger «Jesús de Nazaret» no es un documento del magisterio papal, como el propio pontífice explica; lo que pretende es favorecer en el lector el crecimiento de una relación viva con Jesús de Nazaret.

Roma y Constantinopla, punto de referencia espiritual para unos 300 millones de ortodoxos, consumaron su separación con el «gran cisma» del año 1054.

Tras más de 900 años de alejamiento, ortodoxos y católicos imprimieron un cambio decisivo a sus relaciones en 1965, cuando el Papa Pablo VI y el patriarca ecuménico Atenágoras suprimieron de la memoria de la Iglesia las dramáticas excomuniones.

En Estambul, actual Constantinopla, Benedicto XVI volvió a abrazar a Su Santidad Bartolomé I a finales de noviembre de 2006 para confirmar el compromiso recíproco de proseguir el camino hacia el restablecimiento de la comunión plena entre católicos y ortodoxos.
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