miércoles, septiembre 12, 2007

La destrucción de Bella Vista

La Prensa
Domingo 29 de abril de 2007
Opinión
LA DESTRUCCIÓN DE BELLA VISTA.

Incentivos y rascacielos
Betty Brannan Jaén
Nueva York. -Aquí en la cuna de los rascacielos, en enero rechazaron la construcción de una bella torre de 30 pisos diseñada por un arquitecto reconocido. La historia de ese rechazo ilustra cómo estas cosas se manejan en un país serio.

Sería fácil pensar en Nueva York como una jungla de concreto donde cada propietario construye lo que quiere, pero no es así. En este caso, el edificio original tiene solo seis pisos; está ubicado en la avenida Madison y fue construido en 1949. Ahora, como el valor de bienes raíces en Nueva York está literalmente por las nubes, al propietario se le ocurrió construir hacia arriba, agregando solo unos 30 pisos. El arquitecto Norman Foster hizo un diseño elegante de dos torres ovaladas interconectadas, de vidrio; el crítico de arquitectura del diario New York Times opinó que esta sería la edificación más hermosa de los últimos 40 años en la avenida Madison.

Pero el diseño causó controversia entre los moradores del barrio y los miembros de las varias comisiones que estudiaron el proyecto. El famoso artista Jeff Koons estaba a favor mientras que el igualmente famoso Tom Wolfe estaba en contra. Lo que yo encuentro bonito del embrollo es que ambos tuvieron amplia oportunidad de dar sus opiniones a conocer, porque (según el New York Times) hubo al menos tres audiencias públicas para discutir el proyecto.

En la primera audiencia, en octubre de 2006, un subcomité de la comisión de la comunidad [Community Board] rechazó el proyecto. Los promotores entonces sometieron el diseño al pleno de esa comisión, que lo volvió a rechazar. Luego fue sometido a la Comisión para la Preservación de Edificios Históricos [Landmarks Preservation Commission] que en enero también lo rechazó. "Eso fue una victoria importante para la coalición de residentes del área, que sostuvo que la torre destruiría el tejido de su barrio histórico", informó el Times. Uno de esos residentes dijo que la torre era "una daga de vidrio al corazón del lado este de Manhattan" [a glass dagger plunged into the heart of the Upper East Side] Pero algunos comisionados afirmaron que el diseño era muy lindo y expresaron el anhelo de que el promotor y el arquitecto presentaran una versión más adaptada al entorno y al skyline (silueta de cielo) del barrio.

En ese caso aleccionador, veo un proceso de consulta ciudadana en la decisión de transformar un barrio (o no) y veo también una sociedad que valora la preservación de barrios y edificios históricos, por más que Nueva York sea una metrópolis muy moderna. Veo un proceso transparente que sabe resolver el conflicto eterno entre los que quieren destruir y los que quieren preservar, que en sociedades avanzadas es apoyada por incentivos a la conservación que contrarrestan las fuerzas crudas de mercado.

En Panamá, por contraste, veo un proceso sin transparencia en que todos los incentivos gubernamentales están del lado de la destrucción, de por sí fuertemente fomentada por los incentivos de mercado. Quienes quieren conservar lo hacen a gran costo y con la certeza de que terminarán derribados.

Por ello, quise llorar al leer en La Prensa el jueves que "todo apunta hacia que la moratoria de demoliciones en Bella Vista no va". Parece que la Cámara Panameña de la Construcción, la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos, la Asociación Panameña de Corredores y Promotores de Bienes Raíces, la Cámara de Comercio, la Asociación de Propietarios de Inmuebles y el arquitecto Ignacio Mallol "rechazaron contundentemente" la idea de frenar la destrucción de Bella Vista. O sea que el billete habló alto y claro; la única voz defendiendo la preservación de Bella Vista fue la de Raisa Banfield (a quien mucho me gustaría conocer).

Además, yo rechazo el argumento de los destructores (según cita La Prensa) de que la demolición de Bella Vista se justifica porque "la ciudad es muy joven y todavía está forjando su historia". Todo lo contrario: la ciudad de Panamá es una de las más antiguas del hemisferio y Bella Vista es un barrio construido a principios del siglo pasado, mientras que en Nueva York --como ilustra el caso citado-- el municipio se afana por proteger la integridad de edificios construidos en apenas 1949. A la ciudad de Panamá no le falta antigüedad; lo que le falta es valorar lo que tiene.

Ya dejaré este tema por un buen rato, pero no sin subrayar por última vez la urgencia de que los bellavistinos nos organicemos.
La autora es corresponsal de La Prensa-

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COMENTARIO DE "LA CARTA DE PANAMA"

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Decepciona la actitud del Arq Mallol y hay que aplaudir a la Arq. Banfield por su valentía y buen sentido. Lamentablemente, como bien dice la autora, el billete habló alto y claro. La única defensa contra el ataque del billete es otro billete y parece que la disponibilidad en el otro lado flaquea.

1 comentario:

Unknown dijo...

Esto salió hace rato en la prensa, pero sigue siendo válido